Te sentás, te ponés tus lentes y sabés que tenés que meterte toda esa información. Aún así tenés ganas de prenderte la guitarra y putear un poco al aire. Pero lo peor es que sabés que con la guitarra no querés nada.
No querés nada.
Sólo poder mirar al vacío y que tus ojos y oidos se apaguen. Tus sueños te invadan y te quedes solo con eso.
Con sueños.
Con Nada.